El Caribe, espacio cultural*
El rasgo del Caribe que tiene mayor visibilidad es la fragmentación. La convergencia de los países europeos llegados al Nuevo Mundo a través de los intersticios insulares de su archipiélago fueron portadores de patrones de dominación que dieron como resultado la creación de sociedades de formas diversas y esencia idéntica, en las que, entre otros, la lengua devino causa de la supresión del establecimiento de posibles canales de comunicación entre los conjuntos de pueblos articulados en torno a un patrón cultural específico. Fragmentación lingüística que persiste como barrera hasta nuestros días.
Pero esa fue tan solo una de las tantas complejidades que singularizan al Caribe. Si bien los patrones culturales metropolitanos se erigieron como dominantes, excluyentes por la violencia de la espiritualidad de los sometidos, las estrategias para el borrado de la cultura del otro resultaron inútiles. No obstante, para todos los que llegaron desde los cuatro confines del globo terráqueo, ya fuera que hubieran arribado a las islas –la puerta de entrada la Nuevo Mundo— por voluntad propia, por el más brutal sometimiento o por engaño, adquirieron una nueva noción de individualidad en relación con una colectividad de origen y el ingreso a otra en proceso de creación.
Los individuos provenientes de las naciones emergentes de Europa se reconocieron en el Nuevo Mundo como europeos, así como españoles, británicos, franceses, holandeses y dinamarqueses. Los africanos traídos como esclavos procedentes de las más diversas etnias sembraron en esta margen del Atlántico la semilla del panafricanismo. Bajo la denominación genérica de asiáticos u orientales se descubrieron sujetos originarios de los más remotos confines de la región que se extiende desde India, pasando por Asia continental hasta el archipiélago Pacífico.
Y esa enorme multiplicidad de culturas, en oleadas sucesivas a lo largo de 4 siglos, junto a los remanentes de los pueblos originarios, sentó las raíces del poblamiento de las islas. Cada una de ellas trajo consigo, aportó y se nutrió de la cultura que como “patrimonio simbólico de los patrones de pensamiento y conocimiento que se manifiestan, materialmente, en los objetos y bienes, y en particular mediante la conducta social e ideológicamente, mediante la comunicación simbólica y la formulación de la experiencia social en sistemas de conocimientos, creencias y valores”, haciendo de la sociedad del Caribe una de las más notables cumbres de la experiencia humanaa.
Como los europeos entraron al Nuevo Mundo a trav←s de su archipi←lago en busca de recursos materiales para impulsar y consolidar el nuevo modo de producir que estaba abatiendo el feudalismo, result imperativo convertir los nuevos territorios en talleres de la industria europea. Y como cada metrpoli tenia un desenvolvimiento productivo especifico y en diferente nivel de avance, los talleres antillanos debieron responder tanto a las exigencias del proceso global capitalista como a las singularidades del mismo en cada nacin.
Así se conjugaron factores económicos y culturales, para dar como resultado la conformación de una sociedad de formas diversas y raíz idéntica asentada en islas separadas por un espacio marítimo compartido. Y es precisamente esa singular conjugación de diversidad e identidad lo que permite reconocer una región del mundo como el Caribe. Pero también es esa singular mixtura la que ha impedido el consenso en la precisión de sus bordes. Cristóbal Colón creó la primera confusión cuando aseguró que había llegado al reino del Gran Khan, a la India occidental. Desde entonces, quizás ninguna otra región del mundo ha sido escenario de la violenta y sostenida coalición de los intereses de dominación de las naciones más poderosas del universo. Así como pocas regiones en el mundo han tenido la significación estratégica –militar, económica, política, ideológica, etc.— de la que ha disfrutado el Caribe.
Sólo si se consideran los ejemplos antes mencionados es posible entender por qué responder a la interrogante ¿qué es el Caribe? entraña tantas dificultades y variantes. No parece existir otra región el mundo para la que establecer su alcance geográfico, histórico, sociológico, económico, etc. resulte una tarea tan elusiva. Observar los territorios que comprende cada una de las innumerables entidades regionales en cuyo nombre aparece el apelativo Caribe es suficiente para comprobar esta afirmación. Registrar la cantidad de estudios al respecto sería una tarea extraordinaria.
Contemporáneamente, en el ámbito académico, las definiciones más reconocidas son: Caribe insular o etnohistórico, Cuenca del Caribe y Gran Caribe. Cada una de ellas registra un punto de vista específico que varía según el momento histórico que se examine y el rasgo que se pretenda resaltar. De ahí el que todos sean válidos en el campo al que se remiten.
Pero también parece pertinente una propuesta de definición de ¿qué es el Caribe? debe atendiendo a los rasgos que sustentan una determinada identidad. Por eso, en esta reflexión se define el Caribe como "
El Caribe es espacio cultural creado a partir de finales del siglo XV por la expansión del capitalismo, quedando insertado desde entonces en uno de los ángulos del sistema triangular de economía mundial. El elemento unificador de la diversidad que singulariza el Caribe descansa en una historia común de participación subordinada en la creación, consolidación y desarrollo de un sistema de economía mundial a través de una estructura económica monoexportadora y polimportadora –la plantación--, que produce con un poblamiento extranjero –libre o no--, en un medio geográfico alterado por la importación de especies de flora y fauna. Esa estructura económica determina la instauración de una organización política en la que los derechos de los sujetos residentes –libres o no— están fuertemente controlados y limitados por el poder metropolitano.
Como el factor humano procede de todos los confines de la Tierra se crea una sociedad que es, simultáneamente, el resultado de imperativos económicos externos y de la amalgama de culturas introducidas. Por consiguiente, la diversidad en la que se expresan la espiritualidad –artística, religiosa, lingüística, musical, culinaria, indumentaria, etc.— y etnicidad en la sociedad del Caribe.
La existencia de patrones económicos, políticos, sociales y culturales de raíz semejante han determinado que la resistencia expresada a través de proyectos y acciones de emancipación individual y de independencia colectiva constituya evidencia de las notables similitudes que nos identifican. Igual ocurre con las expresiones intelectuales ligadas al surgimiento y desarrollo del nacionalismo y la conciencia negra en la región.
Son los rasgos antes apuntados, fusionados en las islas y en los territorios ribereños de la parte sur del continente americano, los que hacen del Caribe un espacio cultural diverso e idéntico, cuya fuerza expresiva es capaz de rebasar su ámbito geográfico originario para reconocerse en lejanas ciudades como Londres, París, New York, Ámsterdam. Pero tan sólo cuando hagamos de nuestro legado histórico e intelectual un bien común compartido el Caribe se arraigará definitivamente un espacio cultural
* Título tomado la conferencia impartida por el Dr. Lloyd Best « El Caribe como espacio cultural », en Casa de las Américas, La Habana, Cuba, marzo de 1999
Catégorie : Que es el Caribe ?
Pour citer l'article : (2013). "El Caribe, espacio cultural*" in Cruse & Rhiney (Eds.), Caribbean Atlas, http://www.caribbean-atlas.com/es/temas/que-es-el-caribe/el-caribe-espacio-cultural.html.
Références
Libro :
Best, Lloyd y Levitt-Polany, Kari (2008) Teoría de la economía de plantación. La Habana : Casa de las Américas.
Ribeiro, Darcy (1992) El proceso civilizatorio. La Habana : Ciencias Sociales. p. 8
Capítulo de libro :
Lamming, George (1999) Editor´s Note en Lamming, George (Ed.) Enterprise of the Indies (pp. vii-viii). Trinidad and Tobago : The Institute of the West Indies.
Pérez Concepción, Hebert (2004) Introducción al Caribe en Colectivo de autores, Pensar el Caribe. Cinco ensayos de interpretación de la región Caribeña (pp. 9-82). Santiago de Cuba : Editorial Oriente.